Día 6: Amalfi

Agerola

Habíamos estado comprobando la previsión meteorológica durante varios días y vimos que no nos iba a acompañar el tiempo, veríamos la costa con lluvia. Cuando nos despertamos nos asomamos a la ventana y la niebla que nos acompañó la noche anterior aún no se había ido del todo.
Nos vestimos y bajamos al piso inferior a desayunar, para nuestra comodidad estábamos solos, el desayuno fue muy completo, desde diferentes zumos, croissants hasta un riquísimo revuelto de setas. Después del desayuno, preguntamos a Laura, que era la persona que mejor hablaba español e inglés, sobre qué rincones eran los que más merecían la pena visitar teniendo en cuenta las condiciones de lluvia que nos esperaban. Muy amablemente nos dibujó en un mapa toda la costa en la que nos detalló qué pueblos eran los que no podíamos perdernos. Acto seguido, nos montamos en el coche y comenzamos la ruta con el que da nombre a la costa, visitaremos Amalfi de día.

Amalfi

Comenzamos a bajar el puerto desde Agerola hasta Amalfi, ahora sí disfrutando de las vistas, parábamos casi en cada rincón para contemplar la belleza del paisaje. Desde este balcón vemos Amalfi con las nubes que no nos abandonarían durante el viaje, aun así, se puede apreciar el intenso color azul que tiene el agua:

Tal y como hicimos la noche anterior, aparcamos el coche en el parking Luna Rossa, donde las tarifas son las más económicas de la zona. Como curiosidad, el vigilante obliga a salir a todos los ocupantes del vehículo y que solo el conductor entre al parking. Así que después de aparcar el coche, caminamos a través de un túnel hasta llegar a Amalfi, la verdad que el acceso está muy bien, ya que de esta manera se evita el caminar por las estrechísimas carreteras.
Nada más llegar al casco antiguo nos topamos con la Catedral de San Andrés y su campanario. Sus colores son impresionantes:

Viendo que comenzaba a llover, esperamos a que parase en la cafetería de justo en frente de la Catedral. Cuando paró de llover, fuimos hasta la playa donde obtuvimos una de las panorámicas más bonitas de Amalfi, donde se pueden apreciar todas las casas que parecen estar colgando de la montaña:

Volvimos al parking para poner rumbo a nuestra siguiente parada, Viestri Sul Mare, es la última ciudad de la Costa Amalfitana si comenzamos la visita desde Positano. Lo hicimos así con intenciones de comenzar por la más lejana y después ir regresando poco a poco.

Vietri Sul Mare

Aparcamos el coche en el parking que se sitúa a lo alto de la ciudad y nada más bajarnos, pudimos comprobar el motivo por el que la ciudad es tan famosa, sus cerámicas artesanales. Justo en frente del parking pudimos ver toda una hilera de tiendas que exponían todo tipo de cerámicas:

Los productos están cuidados al más mínimo detalle:

PARKING VIETRI SUL MARE
Precio: 3€/hora.

Merece la pena deternerse en cada rincón de la ciudad:

Llegamos hasta la Parroquia San Giovanni:

Habíamos visto por Internet varias fotos de una casa de colores que nos llamó la atención y fuimos a visitarla. Después de preguntar a 5 personas y caminar por una cuesta abajo que nos costó algún resbalón que otro, llegamos a la famosa casa de Vietri Sul Mare:

Después de la visita y viendo que se acercaba la hora de comer, decidimos ir a Salerno, a pesar de que Laura (la recepcionista del hotel) nos dijera que no merece mucho la pena la visita, solo la visitaríamos para comer. Aunque más bien estábamos pensando en el postre, ya veréis por qué.

Salerno

Llegamos a Salerno y aparcamos en un garaje subterráneo, ya que hacerlo en la calle era misión imposible, no nos queremos imaginar cómo estarán de saturados los parkings en temporada alta!
Nada más salir del parking vimos un restaurante al que no dudamos en entrar. Pedimos el famoso Scialatielli con mariscos junto con una ración de gambas rebozadas y calamares. Después de reponer fuerzas, nos dirigimos al motivo de nuestro viaje a Salerno, comer un helado en el local de Mr. Whippy. Según vimos la imagen de los productos que tenían no lo dudamos ni un segundo, digimos aunque suene ridículo visitar una ciudad solo por comernos un helado, ahí fuimos sin dudarlo.
¿Quién se puede resistir a esto?

Cuando ya no quedaba nada en el tarro volvimos al parking y nos volvimos a retomar la visita, volvimos tras nuestros pasos retrocediendo hasta llegar a Maiori.

Cetara

Después de casi 1 hora de viaje llegamos a Cetara, dejamos el coche en un parking muy cercano a la playa.
Bajamos a la orilla y las vistas desde aquí son impresionantes:

Después de la visita y viendo que la luz del día comenzaba a apagarse a las 17:00, comenzamos la vuelta hacia Atrani. Cogimos el coche y nada más abandonar el pueblo de Cetara, nos encontramos con la Torre Normanda, a día de hoy es un restaurante impresionante desde el que se tienen unas vistas increibles de toda la costa:

Atrani

Aparcamos el coche en el mismo puerto de Atrani, pero debido a la constante amenaza de la niebla, tuvimos que conformarnos con las vistas desde lo alto y aplazar la visita para mañana.

Después de la breve parada, comenzamos la subida hasta Agerola. Eran cerca de las 18:00 y a pesar de que es algo difícil de creer, la niebla era tan densa que no podíamos ver absolutamente nada a 1 metro de nuestro coche y si a eso le sumamos que las carreteras son tremendamente estrechas, donde muchos autobuses deben realizar maniobras para seguir su ruta, hizo que el camino a casa fuera toda una aventura. Conduje siguiendo la traza que nos dibujaba en el móvil Google Maps y no mirando a la carretera, era imposible conducir en esas condiciones. Imaginad la situación de ir en un coche y cada uno de los ocupantes daba su versión, desde un "Dale a los limpiaparabrisas!" hasta un "Pero pon la calefacción para que se desempañe, que es vaho! Cuando realmente era una inmenso banco de niebla que teníamos encima.
Barajamos la posibilidad de bajar a cenar a Agerola, ya que el hotel se encuentra a un par de kilómetros más arriba del pueblo, pero era tan poca la visibilidad que teníamos que la descartamos al momento. Nada más llegar al hotel, solicitamos a Laura si sería posible que nos hicieran algo de cena o si podríamos pedirla a domicilio. Ella, muy amable, nos dijo que tenía una carta de Pizzas que podría ofrecernos. Cuando vimos por la ventana de nuestra habitación, que el coche que arrancaba era el de ella misma, que bajaba al pueblo para realizar el pedido y después traerlo al hotel, pensamos en que estábamos recibiendo un trato inmejorable. Por lo que a pesar de que la pega de la ubicación, gracias al trato que recibimos por parte de su familia, hizo que la reserva mereciera muchísimo la pena. De esta manera pusimos punto final al día de hoy.