Día 4: Praga

Praga

Hoy es nuestro último día antes de coger el avión por la tarde, teníamos tiempo suficiente para ver uno de esos lugares que siempre que tenemos la posibilidad no dudamos en visitar, es el campo de concentracion de Theresienstadt o Terezin.
El campo se sitúa en el pueblo de Terezin, a 61Km de Praga, la forma más fácil de ir es en autobús, desde la estación de Holesovice. Tardará en torno a 1 hora en llegar al pueblo.

Terezin

El campo está formado por dos partes, una fortaleza grande y otra pequeña. La grande fue un ghetto judío donde vivieron más de 150.000 personas. El pequeño en cambio, es el campo de concentración que hoy día se puede visitar. Hay que recordar que Terezin nunca fue un campo de exterminio, fue un campo de concentración, aunque se estima que unas 33.000 personas perdieron la vida por las condiciones en las que aquí vivían. Sin embargo, Terezin fue utilizado por la propaganda nazi como un “ejemplo” de los beneficios de una ciudad judía bajo el régimen nazi.
El autobús nos deja a la entrada de la pequeña fortaleza y tras caminar un poco llegamos al memorial del campo. Podemos ver una explanada con infinidad de tumbas, una cruz enorme y una estrella de David.

Pasamos por la entrada que da acceso a la fortaleza y nos encontramos en medio de una calle llena de barracones a los lados:

Entrando a uno de ellos pudimos ver celdas individuales donde mantenían presos a los reos. En la siguiente imagen podéis apreciar el espacio que había en cada celda.

Salimos de los barracones y nos encontramos con la famosa puerta del campo de concentración con el desgraciadamente famoso rótulo "Arbeit macht frei", el trabajo os hará libres, dicha frase la podemos encontrar en todos los campos de concentración. La utilizaron los nazis para hacer creer a los presos que trabajando y esforzándose, podrían optar a la libertad.

Continuamos el camino hasta llegar a los famosos barracones con sus literas donde vivían los presos agrupados.

En los siguientes barracones podemos ver los lavabos:

El campo tiene una red túneles que son parte de la defensa de la fortaleza de los Habsburgos que tenían contra los prusianos. Entramos dentro y caminamos unos metros, tal fue la angustia que ya perdimos la orientación y no lográbamos encontrar una salida!

Tras la visita a la fortaleza, nos dirigimos hacia el crematorio. Aunque ya hemos comentado antes que Terezin no era un campo de exterminio, la cantidad de personas que fallecían a consecuencia de las graves enfermedades, hambruna y los trabajos forzosos, no había manera de ocultar tal cantidad de cuerpos, por lo que contruyeron un crematorio dentro del propio campo para incinerar los cuerpos.

Justo al lado encontraremos el cementerio cristiano con centenares de lápidas que conmemoran a las víctimas que fallecieron en el régimen fascista.

Después de unas 4 horas de visita, volvimos al parque central de la fortaleza grande, que es donde se coge el autobús de vuelta a Praga. Tras 1 hora de trayecto, cogimos el metro, volvimos al apartamento a coger las maletas y pusimos rumbo al aeropuerto. Nuestro viaje había sido corto pero intenso.