Día 1: Roma
Durango
Por aquello de ahorrar en los billetes de avión, teníamos que levantarnos a las 5:00 de la mañana para estar a primera hora en el aeropuerto, ya que a las 6:45 salía nuestro vuelo con destino a Madrid y una vez allí, hacer una escala de algo más de 4 horas hasta que el avión con destino Roma llegase.
Madrid
Como aún eran las 8, optamos por desayunar tranquilamente, dar un paseo visitando todas las tiendas de la terminal y como nuestro avión tenía prevista la llegada a Roma a las 14:30, aprovechamos para coger los tickets del tren que nos llevaría desde el aeropuerto hasta Termini de forma Online, para las 15:23.
Precio: 14 €. Sitio web oficial: Tickets
Horario: De 10:00 a 18:00 horas (miércoles cerrado), aunque desde el 1 de mayo al 30 de septiembre amplía su horario hasta las 22:30.
Roma
A eso de las 14:45 aterriza nuestro avión en Roma Fiumicino y la locura no acaba aquí, el avión tardó más de lo esperado en abrir las puertas y nosotros habíamos comprado los tickets de tren para las 15:23, por lo que en cuanto se abrieron las puertas, tuvimos que correr en busca de la estación de trenes.
Está muy bien indicado, pero al estar con la presión de la hora, ya casi ni nos fijábamos en las señalizaciones. Hasta que por fin logramos encontrar el acceso a la estación y subirnos al tren que nos dejaría en Termini. Los trenes son bastante cómodos si no fuera porque siempre van repletos de gente y al ser conexión directa con el aeropuerto, llenos de maletas.
Llegamos en torno a las 16:00 a Roma y aún estábamos sin comer, por lo que viendo las horas que eran y por miedo a encontrarnos muchos restaurantes cerrados, entramos en un Burger King que está justo a la salida de la estación.
Habíamos reservado 4 noches con desayuno incluido en el Hotel Mosaic Central Rome, que nos gustó por su ubicación y por lo que ofrecía. Fuimos caminando con las maletas desde la estación hasta el hotel, ya que no estaba demasiado lejos.
Después de algo más de 5 minutos, llegamos a la puerta y a pesar de que la fachada no diera la sensación de ser un hotel aparentemente bueno y de que el ascensor no fuera más que de 2 metros cuadrados, cuando llegamos a la recepción y vimos la amabilidad con la que nos antendieron, ya la cosa cambió por completo. Un personal muy amable donde nos explicaron todo lo interesante para ver, cuándo nos recomendaban visitar cada lugar y dónde sacar las entradas para visitar Los Museos Vaticanos. Además también nos recomendó cuándo sería mejor visitar El Vaticano, ya que los últimos domingos de cada mes su entrada es gratuita, pero que siempre hay muchísima gente y que debido a las lluvias que estaban pronosticadas para toda la semana, él lo dejaría para otro día.
Después de la larga charla, nos dio la llave de las habitaciones, ya que esta vez, viajábamos acompañados por mis padres, que ya habían estado durante su viaje de novios, así que teníamos una mayor responsabilidad por reservar un hotel que fuera medianamente decente y lo conseguimos! Unas habitaciones muy amplias, limpias y con unas camas comodísimas.
Os dejamos un mapa de la ciudad para que os sea de utilidad:

El día de hoy, teníamos previsto visitar por fuera y de una forma rápida lo más característico de la ciudad, ya que según la previsión, hoy iba a ser el único día que no llovería de los días que estaríamos en la ciudad, así que teníamos que aprovechar lo máximo posible.
Salimos con destino a visitar el emblema de la ciudad, el Coliseo Romano, llegamos caminando casi sin darnos cuenta, ya que íbamos embelesados mirando los edificios hasta que de pronto vemos el exterior del impresionante Coliseo.

Lo rodeamos por completo para verla desde todas sus caras. Mis padres recordaban la fachada como de un aspecto más sucio y no tan "blanqueado" pero el recinto les impresionó de igual manera:

Seguimos bordeándolo hasta llegar a ver todo El Palatino:

Entre el Coliseo y El Palatino nos encontramos El Arco Constantino, un arco del triunfo que se construyó para conmemorar la victoria de Constantino I, el Grande, en la batalla del Puente Milvio, data del año 312.

Encaramos al Coliseo para verlo desde una de las perspectivas más conocidas:

Ya nos habían avisado de que en esta parte de Italia anochecía antes y así es, eran en torno a las 18:00 cuando se empezaba a esconder el sol, bajamos del Coliseo para dar con el Foro Romano.
De camino, nos encontramos con una oficina de turismo, donde aprovechamos para comprar la Roma Pass, que es una tarjeta con la que durante 48 horas podemos entrar a diferentes museos a precio reducido.
Precio: 38,5 €.
Validez: Durante 48 horas.
Ofrece descuentos en una serie de museos y atracciones turísticas, además de incluir el transporte público gratuito durante su validez.
Lo podéis comprobar aquí.
Comenzaban a encender las primeras luces y fue cuando lamentamos las horas de la escala, ya casi era completamente de noche y no podíamos ver los detalles que esconde El Foro Romano, pero a pesar de ello, continuamos con la visita nocturna de la ciudad:

Aquí podemos ver la Columna de Trajano junto con la Iglesia del Santísimo Nombre de Maria:

Tras la visita al Foro Romano, callejeamos un poco hasta llegar a otro de los iconos de la ciudad, La Fontana di Trevi, que a pesar de que era de noche, lucía espectacular, fue uno de los monumentos que, aunque es uno de los más típicos y conocidos, más me impresionó.

Es preciosa desde cualquier punto de vista:

Continuamos de camino a la Piazza Navona, cuando vimos una tienda que nos llamó la atención, la tienda Bartolucci, donde tenían todo tipo de Pinochos tallados en madera, impresionante la labor y el mimo con el que estaban hechos.

Después de entrar en la tienda, continuamos el camino hasta llegar a la Piazza Navona, está situada sobre el antiguo Stadium de Domiciano, era el lugar donde los romanos iban a ver los juegos. Con el paso del tiempo también albergaba el mercado, que a día de hoy se celebra en el Campo de'Fiori.
A día de hoy, lo que más llama la atención son las tres fuentes que se encuentran en ella, siendo la más importante la Fuente de los Cuatro Ríos situada en el centro de la plaza. Obra de Bernini que representa los cuatro grandes ríos del mundo que en aquella época se conocían: el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata. Los detalles de la fuente son verdaderamente asombrosos:


Otra de las fuentes que nos encontramos es la Fontana di Nettuno, que data del Siglo XIX y fue erigida por Giacomo della Porta, aunque siglos después Bernini retocó la escultura:

La tercera fuente que podemos ver en la plaza es la Fontana del Moro, creada también por Giacomo della Porta y además restaurada siglos más tarde por Bernini. Representando un moro de pie encima de una concha luchando con un delfín y rodeado por cuatro tritones:

Buscamos un sitio donde cenar, en un restaurante cercano a la Piazza Navona, no podíamos empezar de otra manera en Italia que con unas pizzas.
Después de haber repuesto fuerzas, continuamos la visita nocturna a la ciudad y fuimos hasta la Piazza Venezia, donde se encuentra el Palazzo di Venezia y el enorme monumento a Vittorio Emanuele II, que se construyó para conmemorar a la patria después de la reunificación. El monumento ha estado siempre en boca de todos los romanos, ya que muchos comentan que no parece encajar en Roma y es que el monumento es tan grande que los bigotes del rey miden un metro y se dice que dentro del caballo se llegó a celebrar una cena para 12 personas:

Al lado de la Piazza Venezia, se encuentra la Piazza del Campidoglio, la cual fue diseñada por Miguel Ángel con todo detalle. Allí pudimos ver el Ayuntamiento, los Museos Capitolinos y la estatua ecuestre de Marco Aurelio:

Rodeando la plaza nos encontramos con las estatuas de los que la leyenda llama fundadores de Roma, la loba (Luperca) amamantando a Rómulo y Remo.

Únicamente habíamos estado unas horas en Roma y habíamos andado como si no hubiera un mañana! Para finalizar con la ruta al completo, decidimos pasar por último por el Coliseo y verlo iluminado:

El cansancio comenzaba a hacer mella en las piernas y llegados a este punto lo mejor que podíamos hacer era volver al hotel, ya que al día siguiente queríamos madrugar para ir a La Ciudad del Vaticano. Intentaríamos ver cuánta cola habría para visitar los Museos Vaticanos y si era posible, al ser gratuito, entrar. Así acabarían nuestras primeras horas en Roma.